Academia de Gastronomía
de Castilla-La Mancha

Cervantes, loor y gloria de las letras hispánicas

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Monumento a Cervantes en Ciudad Real / J. M. C.

Cervantes, loor y gloria de las letras hispánicas

Joaquín Muñoz Coronel.-

Frustraciones y cautiverios, coronadas por un pobre entierro

Hoy se cumplen 403 años del 23 de abril de 1616. Y es hoy el día en que se celebra impropiamente el ‘Día del Libro’, en homenaje a quien ha sido reconocido como gloria de las letras hispánicas, don Miguel de Cervantes Saavedra. Pero decimos ‘impropiamente’, porque la fecha del fallecimiento del genial escritor fue la del 22 de abril, aunque su pobre entierro se produjera un día después. Sin embargo, su partida de defunción exhibe la fecha del 23 de abril de 1616, porque estos documentos solían fecharse entonces con el día del entierro, y no con el del fallecimiento, ocurrido un día antes.

El ‘Día del Libro’ debiera, pues, celebrarse el 22 de abril, aunque la sociedad haya dado por buena la del día 23. De todas formas, lo del día exacto es un detalle más bien nimio. Porque si Cervantes dejaba entonces el mundo de los vivos, lo hacía para convertirse en mito universal, es decir, para hacerse ya irremediablemente inmortal. Y especialmente para los 577 millones de hispanoparlantes que pueblan el ancho mundo.

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Casa de Cervantes en Alcalá / J. M. C.

Por cierto, el 23 de abril es la misma fecha considerada de fallecimiento, de otro monstruo de las letras, William Shakespeare. Pero decimos bien: ‘la misma fecha’, ‘no el mismo día’. Porque Inglaterra se regía por el calendario juliano (por su impulsor Julio César), al no haber adoptado aún la reforma del calendario gregoriano (del Papa Gregorio XIII), que ya regía sin embargo en España, como en todos los países católicos. William Shakespeare muere el 23 de abril, cierto, pero del calendario juliano, mientras que Cervantes muere el 23 de abril del calendario gregoriano.

La primera huelga

Entre uno y otro, diez días de diferencia, que en realidad fueron once, porque desde que se decidió cambiar el calendario, hasta que se aplicó por parte de los súbditos de su Graciosa Majestad, había pasado otro día más. El gobierno decidió entonces quitar un domingo, lo que provocó numerosos altercados y llevó a los trabajadores a la huelga, que no querían perder el domingo libre. De hecho, aunque la primera huelga inglesa data oficialmente de 1926, oficiosamente la primera huelga fue causada por la aplicación del calendario gregoriano en 1616, 310 años antes. En conclusión, la fecha del 23 de abril del calendario juliano de Inglaterra, se correspondería en España con la fecha del 3 de mayo del calendario gregoriano, vigente en la actualidad.

Retrato de Miguel de Cervantes
Retrato de Miguel de Cervantes

Sin embargo, volvamos a Cervantes, que muere de ‘hidropesía’. Un término genérico, que  englobaba a diversas dolencias como cirrosis hepática, diabetes y otras. Ya dice Cervantes que su hidropesía “no la sanará toda el agua del mar océano que dulcemente se bebiese”. Tras su fallecimiento, Cervantes es sepultado con el sayal franciscano, en el Convento de las Trinitarias de la calle de Cantarranas de Madrid. La actual calle de Lope de Vega ¡su gran contrincante literario, que gozaría en vida de mayor aceptación y bienestar que don Miguel!

Pero el lugar de su definitivo reposo fue dispuesto así por el interesado, en base a su gratitud a la Orden que le redimiera del cautiverio de Argel. Según consta en la partida de defunción de la Parroquia madrileña de San Sebastián, a la que pertenecía el Convento de Trinitarias, Cervantes “Mandó dos Misas del alma, y lo demás a voluntad de su mujer”.

Un miserable sufragio, con escasa asistencia de gente a sus funerales y entierro, que el Marqués de Molins ha tratado en La sepultura de Miguel de Cervantes, Madrid 1870. Menos mal que don Francisco de Urbina, hijo del Regidor de Madrid, mandó ponerle un epitafio que reza:

Caminante, el peregrino/ Cervantes aquí se encierra;/ su cuerpo cubre la tierra,/ no su nombre, que es divino….

Como vemos, la idea tiene un cierto ascendiente en el epitafio que Sansón Carrasco compuso para la sepultura de Don Quijote:

Yace aquí el Hidalgo fuerte/ que a tanto extremo llegó/ de valiente, que se advierte/ que la muerte no triunfó/ de su vida con su muerte.

Monumento a Cervantes en Alcalá de Henares / J. M. C.
Monumento a Cervantes en Alcalá de Henares / J. M. C.

Sobre los restos de Cervantes, aunque cuatro siglos después (tras los trabajos arqueológicos finalizados en 2016), sabemos con certeza que reposan en el aludido Convento. Pero ¡Qué cruda realidad para quien tanto representa en el mundo hispánico!

Una vida frustrada

Miguel de Cervantes Saavedra, cuya vida transcurre enmarcada entre los años 1547 y 1616, dramaturgo, poeta y novelista español, es el autor de la novela El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, considerada como la primera novela moderna de la literatura universal. Pero, ciertamente, Miguel de Cervantes tuvo una vida azarosa, de la que poco se sabe con seguridad. Nació en Alcalá de Henares (Madrid), probablemente el 29 de septiembre de 1547 (día de San Miguel Arcángel), pese a que un amplio y meritorio trabajo del fallecido Ángel Ligero, tratase de demostrar que su nacimiento se produjo en Alcázar de San Juan.

Don Quijote y Sancho en la Fuente Talaverana de Ciudad Real / J. M. C.
Don Quijote y Sancho en la Fuente Talaverana de Ciudad Real / J. M. C.

Pasó su adolescencia en ciudades españolas como Madrid o Sevilla, y con poco más de veinte años marchó a Roma, para entrar al servicio del cardenal Acquaviva. Tras recorrer Italia se enroló en la Armada española, y en 1571 participa con heroísmo en la Batalla de Lepanto, donde comienza el definitivo declive del poderío turco en el Mediterráneo. Pero allí resulta herido Cervantes, y pierde el movimiento del brazo izquierdo, lo que le valdrá el sobrenombre de ‘Manco de Lepanto’, que él consideraba una gloria. Si bien no acaban ahí sus desgracias, porque cuando regresa a España en 1575, es apresado por los corsarios, que lo trasladan hasta Argel. Allí  sufre cinco años de terrible cautiverio, entre 1575 y 1580.

Liberado al fin por los frailes trinitarios, a su regreso a Madrid encuentra a su familia en la ruina. Se casa en Esquivias (Toledo) con Catalina de Salazar y Palacios, y destruida para siempre su carrera militar, intenta sobresalir en las letras. En este sentido, publica La Galatea (1585) y lucha, sin éxito, por destacar en el teatro. Sin medios para subsistir, marcha a Sevilla como comisario de abastos para la Armada Invencible, y recaudador de impuestos. Pero la aventura acaba con los huesos de nuestro Cervantes en la cárcel, tras lo que decide trasladarse a Valladolid. En 1605 publica la primera parte del Quijote, pero el éxito dura poco. De nuevo sufre prisión, y en 1606 regresa, con la Corte, a Madrid. Vive con apuros económicos, y se entrega a la creación literaria, publicando en sus últimos años las Novelas ejemplares (1613), el Viaje al Parnaso (1614), Ocho comedias y ocho entremeses (1615) y la segunda parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1615).

Monumento a Cervantes en la Plaza de España de Madrid / J. M. C.
Monumento a Cervantes en la Plaza de España de Madrid / J. M. C.

Sin embargo, el relativo triunfo literario no le libra de sus penurias económicas. Dedica sus últimos meses de vida a Los trabajos de Persiles y Sigismunda (de publicación póstuma, en 1617), y muere en Madrid el 22 de abril de 1616, como hemos dicho, siendo enterrado un día después.

Una obra maestra

Indudablemente, si a alguna obra literaria puede aplicarse el calificativo de ‘maestra’, es a El Quijote. La obra nos enseña cómo se vivía y se hablaba entre los siglos XV al XVII. Y es escuela de vida, de costumbres y de lenguaje para las generaciones posteriores. Encierra, además, unas lecciones de psicología difícilmente superables, a través de esos arquetipos inmortales: Don Quijote de la Mancha, su escudero Sancho Panza, y los personajes que aparecen en la trama de la obra. Tal es el valor de la obra literaria, que puede afirmarse que, quien no ha leído y hasta ‘oído’ El Quijote, difícilmente podrá entender el modo de ser y de hablar del pueblo español.

La filosofía de la vida, las referencias continuas a lo trascendente, los dichos y refranes de entonces -que gracias a El Quijote han llegado a nuestros días, y permanecen en uso en el actual lenguaje coloquial-, son rasgos identificativos de lo hispano de ayer, de hoy, y de siempre. Y son también patrimonio de la humanidad, porque nuestra obra maestra ha saltado las barreras geográficas de los países de habla española, y las barreras de la literatura. Afortunadamente, la obra y su proyección están en todos los países y en todas las artes. No en vano ya el propio Cervantes pone en boca del Bachiller Sansón Carrasco estas proféticas palabras: “A mí se me trasluce, que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzca”. Y así ha ocurrido, en efecto, para gloria de aquel autor inmortal, orgullo de nuestro país… y enriquecimiento de la literatura universal.

Cervantes en Toledo / J. M. C.
Cervantes en Toledo / J. M. C.

Porque El Quijote, a través de sus arquetipos-protagonistas, ha irrumpido en todas las artes. En la pintura -a través de Ribera, Madrazo, Doré, Picasso, Cocteau, Dalí, Buffet, Daumier-, y los bellísimos tapices de Gobelinos y Beauvais, entre otros, que han tomado El Quijote como tema. Y en la música, ya que Don Quijote y Sancho han inspirado obras musicales como la ópera de Telemann, el espectáculo para marionetas de Manuel de Falla, las variaciones sinfónicas de Strauss, la ópera de Massenet, los poemas vocales de Ravel, la ópera de Cristóbal Halffter…

Billete_Cervantes_100_pesetas
Billete_Cervantes_1_peseta
También en billetes y monedas apareció Cervantes

Ballets, películas (cerca de 200), sellos, series de televisión,  multitud de ediciones en soporte papel (El Toboso tiene quizá la serie más completa en todos los idiomas), disco, DVD y Blue Ray… Y dibujos animados, siendo sin duda la serie (39 capítulos, 1979) de mayor nivel y prestigio la del ‘Caballero Andante’ y ex presidente de ‘Ciudad Real Quijote 2000’, José Romagosa Gironella, que con Cruz Delgado produjeron la exitosa serie. Doblada en una treintena de idiomas, que han visto millones de personas en todo el mundo, y que este año cumple el 40 aniversario desde su comienzo de emisión en TVE.

Don Quijote y Sancho en el bar Quijote de Ciudad Real / J. M. C.
Don Quijote y Sancho en el bar Quijote de Ciudad Real / J. M. C.

Una enorme proyección

Son numerosísimas las esculturas y monumentos dedicados a Cervantes, con sus dos personajes más famosos. Destacamos el conjunto escultórico que preside la madrileña Plaza de España, inaugurado en 1929, y obra del arquitecto Martínez Zapatero, y de los escultores Coullaut y Muguruza. Igualmente, es rara la casa donde no estén las figuras de don Quijote y Sancho, representados en objetos decorativos confeccionados en madera, bronce, porcelana, escayola…

Aunque tampoco falta en ningún hogar español, un ejemplar en papel de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Cosa bien distinta es que se haya encontrado el tiempo y la serenidad necesarios, para leer y saborear en su totalidad tal maravilla literaria, de la que los manchegos debemos sentirnos especialmente satisfechos, y hasta un mucho protagonistas.

Pero si hoy nos hemos fijado en el año 1616, día de la muerte de Cervantes, no tenemos por menos que recordar otro año mucho más glorioso. Porque lo cierto es que en el año 1605 apareció la primera edición de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, dirigido al duque de Béjar, y editado en Madrid en la imprenta de Juan de la Cueva, sita en la calle de Atocha. En el frontispicio del emblema se lee Spero lucem pos tenepras (‘Espero la luz después de las tinieblas’), que ciertamente era el lema del impresor… aunque parece pintiparado para el caso de Cervantes, ya que, gracias a esta obra, pasó de la más oscura existencia a la fama más absoluta.

Un emotivo epílogo

Nos gusta terminar cada año nuestros escritos alusivos y conmemorativos de Cervantes, con una frase inmortal de Lucio Astrana Marín (1889-1959). Este escritor y erudito español que debe su fama, fundamentalmente, a los estudios que realizó sobre don Miguel. Nacido en Villaescusa de Haro (Cuenca), estudió en los franciscanos de Belmonte y en el seminario de Cuenca, aunque no acabó la carrera eclesiástica. Establecido en Madrid desde 1912, se entregó primero al periodismo y después sobresalió en la crítica literaria.

Texto autógrafo de Cervantes
Texto autógrafo de Cervantes

Conservador y tradicionalista, Astrana Marín no sólo no valoró las vanguardias literarias de los años veinte, sino que las atacó con acritud. Estudió con meticulosidad la obra de los grandes escritores españoles del Siglo de Oro. Entre ellas destacan: Vida azarosa de Lope de Vega (1935) y Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes (1948). Esta obra se convirtió durante muchos años, en referencia obligada y fe de vida del ilustre escritor español, aunque el tiempo ha ido considerándola más como una pseudohagiografía, que como un riguroso estudio literario…

En todo caso, pocas veces viene tan a pelo lo que dejara escrito nuestro paisano castellanomanchego Astrana Marín. De él tomamos prestado su epílogo para Cervantes: “Llórete la tierra, hónrete la patria, gózente los cielos”. Y a él nos atrevemos a ‘corregirle y aumentarle’, rogando se nos permita añadir de motu proprio ciertas invocaciones nacidas de lo más profundo del emocionado corazón en este Día del libro: “Ámente los hombres, léante los justos… sépante los sabios”. Vale.